La insoportable desigualdad

Luis Enrique Hernández · Comisión de Denuncia de Cáritas La Rioja
Como contrapunto a los recientes «flashes» informativos que nos inducían a un moderado optimismo, con la bajada del paro manifestada asépticamente en cifras y datos, sin someterla al análisis de calidad (auténtica prueba del algodón de la mejora del empleo), y con las buenas previsiones de crecimiento para el próximo año, Cáritas nos pone los pies en el suelo con una ducha de realismo, ofrecida en su reciente presentación de la memoria de gestión del pasado año: se está dando un enquistamiento de la pobreza y estamos padeciendo una insoportable desigualdad en la distribución de rentas. La pobreza persiste. El 22,1% la población de La Rioja se encontraba en el año 2015 en situación de pobreza y exclusión social. Unos datos amortiguados por el elevado número de personas mayores de 65 años que, con sus pensiones estables, moderan las cifras de precariedad de la población, pero que si los excluyésemos la tasa de pobreza relativa crecería hasta el 30%.

Además, aparece una figura nueva: la de los «trabajadores pobres», quienes no superan su situación de pobreza y necesidad ni siquiera trabajando, debido a la escasa (e indigna) remuneración que perciben. Si atendemos a los datos estadísticos de la Agencia Tributaria, casi un tercio de los asalariados en la Rioja están por debajo del umbral de la pobreza. Esto ha supuesto que en Cáritas se haya atendido a un 11% con ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional. La desigualdad crece de un modo notable. La renta del 20% de los riojanos más ricos es 5,1 veces mayor que la del 20% más pobre, mientras que existen situaciones de pobreza y exclusión graves como el 4,8% de la población que padece una carencia severa de recursos para atender sus necesidades básicas.

Todo ello unido a un nivel de pobreza crónico: casi un tercio de las personas que acude a Cáritas llevan más de tres años demandando ayuda. Personas con problemas de empleabilidad y desempleo de larga duración. En La Rioja según el INE (EPA), en el primer trimestre de 2016 el 44,2% de los parados son de larga duración (más de dos años), solo el 35,9% de los desempleados cobra prestación por desempleo. En Cáritas La Rioja, durante el 2015, el 81,8% de las personas atendidas estaban en situación de desempleo. Existen derechos fundamentales horadados: en alimentación, el 3,7% no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado dos veces a la semana; en vivienda, el 7,8% de los riojanos no puede mantener calefacción en su vivienda y el 12% difícilmente puede pagar su hipoteca o su alquiler con regularidad; en salud, recortes de la Ley de Dependencia que afectan a la calidad de vida de los más vulnerables; en empleo, el paro registrado en marzo del 2016 es de 14,21%; en educación, Cáritas invirtió el 22% de sus ayudas a material escolar…

La crisis experimentada a lo largo de los últimos años ha incrementado considerablemente las problemáticas sociales de pobreza, exclusión social y desempleo. La salida de la crisis no es algo que se perciba por la mayoría de la población vulnerable y empobrecida. Sigue existiendo una importante bolsa de población que parece estar al margen de la recuperación económica y del empleo. La realidad de sufrimiento sigue siendo una realidad no resuelta para millones de personas.

Por ello, consideramos tres argumentos que han sido demostrados científicamente: la causa de los problemas no es la crisis, sino un modelo económico frágil que ahora produce un empleo muy precario y una protección social débil, que incluso ha recortado derechos básicos. Estamos ante una sociedad cada vez más desigual, constatado en que el 20% más rico posee actualmente una renta cinco veces superior al 20% más pobre y este crecimiento de la desigualdad ha sido especialmente intenso en la última década. El nuevo punto de partida es peor: nos encontramos con situaciones, constataciones y con hechos antes inadmisibles, que ahora se consideran lo mejor a lo que podemos aspirar (el presidente de CEOE, Juan Rosell, ha afirmado que el trabajo «fijo y seguro» es «un concepto del siglo XIX»).

“La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”. Papa Francisco: Laudato Si; 189.

 

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