Nuestra Europa y los refugiados de Siria
Pano Holiastos · Responsable de la Comisión de Movilidad de Cáritas La RiojaHace cuatro semanas, varias organizaciones humanitarias pidieron a los gobiernos de la UE que reasentaran a más refugiados de la guerra civil en Siria para aligerar la enorme carga soportada por los principales países de acogida, especialmente el Líbano y Jordania. Algunas de las reacciones son claros signos del clima político que reina en esta Europa nuestra.
Hubo diputados que preguntaron por qué la matanza entre musulmanes en Siria debería constituir un problema de Europa. Otros dijeron que no querían que “terroristas” llegasen a su país. A algunos simplemente no les gustaba la idea de reasentamiento, diciendo que las contribuciones financieras de sus países a la crisis humanitaria eran suficientes.
Hace décadas, Europa lideró al mundo en la creación del primer protocolo internacional moderno sobre la protección de los refugiados. La Convención de Ginebra de la ONU nació de los horrores de la segunda guerra mundial, de la creencia de que hace falta protección para los que están perseguidos por causa de lo que son o de lo que creen. El asilo se considera un derecho fundamental y su concesión es una obligación internacional.
Pero la mayoría de los gobiernos europeos se han olvidado de esto.
Las políticas de gran parte de los gobiernos de la UE están orientadas a mantener fuera a los solicitantes de asilo. La Europa “fortaleza” es una realidad. Desde la aceptación tácita de las prácticas de países como Grecia, que ciertamente tiene un problema real con la entrada continua de inmigrantes en situación irregular, a la detención de los refugiados en condiciones infrahumanas en Bulgaria, y hasta los regímenes de visados diseñados para mantener fuera a los posibles solicitantes de asilo, prácticamente no hay vías legales para que los refugiados lleguen y soliciten asilo en Europa.
Cada año cientos de personas que huyen de los conflictos y la persecución en Siria y otros lugares mueren intentando llegar a Europa. Es difícil imaginar lo desesperado que alguien debe de estar para asumir el riesgo de cruzar el Mediterráneo en patera.
La UE no está haciendo lo suficiente para aliviar una de las peores crisis de refugiados en décadas, una crisis que se está desarrollando desde hace tres años en su vecindad inmediata. Países como el Reino Unido han hecho una contribución financiera sustancial a los esfuerzos humanitarios en Siria, pero no han estado dispuestos a aumentar, dentro de sus fronteras, las plazas de reasentamiento para los refugiados.
En general, la UE ha hecho poco en forma de admisión, reasentamiento o concesión de asilo. Hay algunas excepciones. Por ejemplo, el pasado mes de septiembre, Suecia concedió la residencia permanente a todos los solicitantes de asilo sirios que se encontraban en el país. Mientras tanto, Alemania anunció que ofrecería residencias temporales para 10.000 refugiados sirios provenientes de los principales campos de refugiados de Jordania y el Líbano donde se encuentran acogidos.
Justo antes de las pasadas navidades, Siria rompió otro récord: presentó a las Naciones Unidas la petición de ayuda humanitaria más grande de la historia, por segundo año consecutivo. La mitad de su población, cerca de 9,3 millones de personas, necesitará ayuda humanitaria en 2014. Se calcula que hasta tres millones de sirios son refugiados, 6,5 millones son desplazados internos y ¡600.000 niños refugiados están sin escolarización! ¡Sólo el campo de Zaatari, donde se encuentran alojados más de 150.000 refugiados sirios, se considera por población como la cuarta ciudad más grande de Jordania!
El conflicto en Siria y la crisis de los refugiados sirios nos impulsa a definir quiénes somos examinando nuestros valores y midiendo nuestra humanidad. El hecho de que los países de la UE son tan reacios a reasentar a los refugiados de Siria es una dura crítica de la política de asilo en Europa. Los gobiernos y los partidos políticos han permitido, e incluso han sido cómplices de una carrera hacia abajo en materia de protección de refugiados. Se convierte ahora en nuestra tarea el no alimentar la xenofobia y el racismo hacia los refugiados y solicitantes de asilo, pidiendo a nuestros gobernantes que no miren a beneficios políticos sino a los derechos de las personas.
Cuando hablamos de la protección de los refugiados, estamos hablando, ante todo, de la protección del derecho de toda persona a ser lo que es, a creer en lo que quiera y a vivir en su tierra sin temor por su vida o su libertad.
El sistema internacional de protección de los refugiados surgió en gran parte de las cenizas de una guerra espantosa librada en suelo europeo. Es hora de que Europa recuerde esto y deje de cerrar el paso a los refugiados de Siria y otros en necesidad de protección.