Rumores tóxicos

Joaquín Yangüela · Comisión de Denuncia de Cáritas La Rioja
Quienes tenemos grupos de Whatsapp, o simplemente grupos de amigos o conocidos, con cierta frecuencia oímos todo tipo de noticias respecto a los extranjeros que conviven con nosotros: que llegan aquí y desde el primer día les damos cobijo y trabajo, que todas las ayudas van a ellos, o el gasto que supone en el sistema sanitario… Algunos los llaman rumores tóxicos. Desde luego forman parte de una intoxicación de intolerancia… y de ignorancia.

Generalmente no nos enteramos de lo que está ocurriendo. Algunos de los migrantes que llegan a España lo hacen de forma irregular, tras viajes penosísimos en los que arriesgan lo único que tenían: su vida. Y muchos de ellos serán devueltos de nuevo, de forma semiclandestina, hacia África. Otros serán internados en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) que son como cárceles, pero sin derecho a visitas, asistencia legal, etc. y donde quedan recluidos. Y los que, de una u otra forma, consiguen transitar por nuestro país se exponen a ser detenidos cada dos por tres por tener otro color de piel, a aceptar trabajos de escasa remuneración o a buscar trabajo en campañas agrícolas diversas en Huelva, Lérida o en la vendimia en zonas como La Rioja.

Los más afortunados son los que, con años de esfuerzo, quedan integrados en nuestros pueblos y ciudades. Y aún así, tenemos muchos reparos frente a ellos. Nos incomoda su forma de vestir, sus costumbres, su religión… Muchas veces no es solo desconfianza, es hostilidad. Nuestros prejuicios nos hacen ver al otro de forma negativa, en función de su procedencia, su raza, su aspecto. Y cuando oímos comentarios negativos sobre estas personas o cuando los recibimos en las redes sociales, reímos la gracia o nos callamos. Esto va creando un terreno abonado a la marginación de los migrantes.

¿Cuál debería ser nuestra postura como cristianos? Decía Juan Pablo II: “La condición de irregularidad legal no permite menoscabar la dignidad del migrante, el cual tiene derechos inalienables que no pueden violarse ni desconocerse”. Y el papa Francisco explicaba claramente su posición: “Muchos de ustedes son musulmanes, o de otras religiones; han venido de diferentes países, de situaciones diversas. Cada uno de ustedes trae una riqueza humana y religiosa, una riqueza para acogerla y no para temerla. ¡No debemos tener miedo de las diferencias! La fraternidad nos hace descubrir que son un tesoro. ¡Son un regalo para todos! Vivamos la fraternidad”.

Por ello, cuando oímos comentarios o actitudes de rechazo, deberíamos responder de forma activa, informarnos de la realidad, exponer nuestra opinión y favorecer la integración de las personas que tenemos a nuestro alrededor. Para empezar, deberíamos recordar que España ha sido un país de emigrantes: hace 100 años salieron a Latinoamérica unos 3 millones de personas. Sin olvidar que, en realidad, toda la población mundial ha sido sometida a flujos migratorios a lo largo de la historia, buscando mejorar sus condiciones de vida.

En algunos grupos de Cáritas han expuesto los elementos clave para desmontar las posiciones de rechazo o los rumores tóxicos que pueden resultar útiles para otros colectivos:

  • Informar sobre las causas de los movimientos migratorios, qué ocurre en otros países del mundo y cuál es nuestra responsabilidad como creyentes llamados a dar respuesta al sufrimiento humano allá donde se produzca (trabajar desde aquí, pensando en lo que pasa allí). En ocasiones sorprende lo poco que sabemos de otras realidades sociales, políticas o económicas.
  • Generar debate sobre los estereotipos relativos a las personas inmigrantes. No se trata de “cambiar cabezas”, sino de generar un debate sano, rico y heterogéneo en el que las personas conozcan sus propias inconsistencias y busquen alternativas.
  • Proponer acciones concretas que se puedan realizar en los lugares en los que vivimos, ya que compartir la vida es lo que nos permite conocer al otro y cambiar la visión. Hay muchos ejemplos: juegos con niños, una Yincana, acciones de calle que generen impacto, comidas del mundo (que aquí somos muy de comer…), exposiciones, grafitis… Todo lo que suponga visibilizar la realidad de estas personas y su acogida en nuestras comunidades.

Si tienes interés en conocer más, varias organizaciones de la Iglesia, impulsadas por el papa Francisco y Caritas Internationalis, han creado la campaña “Compartiendo el viaje”. Puedes visitarla en la web www.caritas.es/campanas/compartiendo-el-viaje/